“Había llegado la hora de actuar. Los tiempos eran
maduros. 8 de octubre de 1967”: el octogenario Ernesto “Che” Guevara releyó por
quincuagésima vez el final de su diario boliviano, y como siempre, no pudo
reprimir la sonrisa.
Tumbado en una hamaca de jardín, en la cálida brisa
caribeña, rememoró con nostalgia aquellos días de hambre en Cochabamba,
aquellos días de acción e incertidumbre.
Recordó la tarde definitiva, cuarenta y siete años
atrás, cuando el corazón de América Latina comenzó a irradiar luz de libertad.
Y sintió de nuevo esa luz en su corazón.
Observó el mar con ojos gastados y orgullosos,
sabía que su espíritu guerrillero se había apaciguado. Hoy era el turno de los
más jóvenes, ellos continuaban la lucha.
Cada hora era la hora de actuar. Los tiempos
seguían maduros.
Sus últimas palabras antes de la victoria se habían
convertido en estandarte de todas las revoluciones.
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