- Demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost- pensó extrañada mientras se afeitaba las piernas en el bidé.
20 muertos en el accidente, solo 20.
En el telediario de las nueve, Ana Blanco explicaba con visible consternación cómo el avión había caído poco después de despegar.
Abrió el grifo, se aclaró el jabón, y siguió escuchando las noticias desde el baño.
Por eso no oyó la cerradura, tampoco el gemido de la puerta.
Ni sintió los pasos hundiéndose en la moqueta.
Un aliento de hombre rozó la piel de su nuca.
Unas tijeras abiertas se clavaron en su cuello.
- Tranquila, no voy a hacerte daño...
Ana Blanco insistía, aún podía haber más víctimas
lunes, 18 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
Suspendido en el aire
Cuando entré en la habitación tú ya no estabas.
Sin embargo tu olor permanecía,
suspendido en el aire, impregnando los muebles,
cubriéndolos de aceite tuyo,
que manchaba mis manos, que ensuciaba mi pelo.
Una tela pesada asfixiando mi cuerpo.
Me lavé muchas veces con jabón de canela,
aguardiente de flores, con labios de otros besos.
Pero ahí estabas, seguías,
me seguía tu sueño.
Te borré de mis ojos, me olvidé de tu pelo,
de tus dedos, tu nuca, de tus piernas, de ti.
Pero ahí estabas, seguías,
ensuciándolo todo,
prendido de mis sueños.
Sin embargo tu olor permanecía,
suspendido en el aire, impregnando los muebles,
cubriéndolos de aceite tuyo,
que manchaba mis manos, que ensuciaba mi pelo.
Una tela pesada asfixiando mi cuerpo.
Me lavé muchas veces con jabón de canela,
aguardiente de flores, con labios de otros besos.
Pero ahí estabas, seguías,
me seguía tu sueño.
Te borré de mis ojos, me olvidé de tu pelo,
de tus dedos, tu nuca, de tus piernas, de ti.
Pero ahí estabas, seguías,
ensuciándolo todo,
prendido de mis sueños.
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