lunes, 17 de febrero de 2014

el cerco


Afuera el Sol ya había salido. Se sentaron y esperaron.
Hacía frío, pero no importaba, el paisaje era estupendo. 
Y el silencio. Por fin había silencio.
La hierba, todavía húmeda, calaba la tela raída de los pantalones heredados. Congelaba los huesos machacados de tantas noches en vela, las espaldas mordidas por la tensión, los pies amoratados de caminar sin calcetines dentro de unas botas demasiado usadas.
Pero nada de eso importaba ya.
Porque por fin había llegado la calma.
Con mirada ojerosa recorrieron el horizonte.
Faltaban solo unas horas. El cerco era cada vez más pequeño.
A lo lejos, imaginaban, el ronquido de los tanques, el zumbido de algún caza, cientos de pasos acercándose.
Las tropas llegarían pronto, pero ya no importaba.
Afuera el Sol ya había salido. Se sentaron y esperaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario