sábado, 1 de febrero de 2014

Naufragios

Me rompo en un naufragio cada día.

A veces, la tormenta levanta grandes olas,
y mi cuerpo desaparece en la marea.

Creo ahogarme, trago agua,
hasta que imagino un trozo de madera,
el mástil de mi barco roto,
una boya sucia de algas, perdida.

Otras veces el mar es calma, permito que me meza a la deriva.
El salitre desgarrando mi garganta,
el silencio submarino en mis oídos.

Esos días el agua me lleva hasta la playa,
recordando que hay cosas que me importan en la orilla.

Arranco mi ropa mojada, sacudo la sal de las heridas,
Y espero desnuda, sentada, mirando al horizonte,
temiendo y deseando, esquivando el sueño
del naufragio que vendrá por la mañana.

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